
Después de un día de largo viaje, llegó la hora de dormir. Entré a mi saco y, con los ojos muy abiertos, atenta, esperé el juicio final.
De pronto, un sonido extraño se apoderó del silencio, comencé a sudar helado y apretar los dientes, pero el sonido no cedía, no paraba, no paraba...
Con susto, desperté a mi papá y le pregunté: "¿qué es ese ruido?"; él, aun medio dormido, me dijo "es el río".
Creo que en ese momento recién tuve noción de dónde estaba. Me puse contenta, en realidad quería agarrar el sonido y llevármelo a mi casa, pero lo escuché, lo inhalé, lo abracé, lo dibujé y lo dejé ahí.
1 comentario:
maruja, escribes bien, de eso no hay duda.
eso ya es razon suficiente para querer a alguien, pero es solo un detalle en ti. no es ni de cerca lo q mas me gusta de ti,, y aun asi me gusta muchisimo.
muchos besos para usted soberana de este blog. espero no haberla avergonzado!
te amo
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