lunes, octubre 17, 2016

Me gustas cuando no callas, cuando por fin dejas salir de tu campo magnético algo que te pone vulnerable.
Me gustas cuando te dejas conocer y te quitas la armadura de caballero temeroso.
Me gustas cuando fluyes, te ríes y me miras la comisura; porque cuando fluyes, te ríes y me miras la comisura te veo

domingo, octubre 16, 2016

Una lluviosa primavera resucita como de costumbre
hablando con las mismas hojas
que rodearon el sueño de la Bella Durmiente
y restaña las heridas de la costa,
mientras el sol despreocupado posea en mangas de camisa
y al pie de roquerío
las algas envuelven con dulzura
el esqueleto del inocente.

En el cementerio del cerro
la primavera se detiene para que florezcan amapolas
en los párpados de los muertos.
Los martillazos y los chillidos de las tablas
anuncian que el pueblo resucita
como el vaso quebrado en el cual pondremos las mismas luciérnagas
que los abuelos persiguieron en una primavera de 1900.

El pueblo nace de nuevo
de manos de los rústicos que fueron amenazados de fusilamiento
si reclamaban el pan que les pertenecía;
nace de nuevo de manos de aquellos
a quienes los poderosos condenan a pudrirse
como los jergones de paja en las cárceles.
Y la primavera que recorre las playas abandonadas hace callar el oleaje
y escucha los lejanos cánticos de resurrección.

Jorge Teillier
Puerto Saavedra, 1960.
El preludio de la despedida suele ser más doloroso que la despedida misma. Es la agonía de la pérdida, las palabras que cuesta decir o que no se saben pronunciar.

A veces prefiero chocar directamente con el poste, abrir la puerta del auto y asumir la pérdida total. No tengo seguro.