y bebo del licor de la amapola en su cráneo de mieles,
si he hundido mi violento meditar inaudito.
En el cielo de brumas que me cubre las sienes,
si el huerto se estremece de mi propio cadáver,
si el fuego me circunda
si he bebido el veneno de mi celeste arteria,
¿qué podría ofrecerte?
Después me fui contigo junto al Apocalipsis,
se trastocó de hieles mi copa rebosante,
y después el andar, y el andar después
la muerte con su muerte.
Amor, no repitas la plegaria
del árbol
ni me digas amante
No hay comentarios.:
Publicar un comentario