
Y resulta que aquí estoy
denuevo,
sentada en el mismo lugar que me ha acogido en otras oportunidades.
Esta vez con un ovillo de ternuras apretadas en la garganta y una
sanguijuela pútrida que corroe, raspa y carcome lo que queda de mis paredes estomacales.
Mi boca desea dar a luz.
Espero la contracción que desate la hemorragia.