martes, enero 09, 2007

.tarde.


Cinco menos cuarto salgo. El camino es conocido, la gente nunca se entera. Algunas canciones me abrigan, aunque nada me cubre de una falta tan mayor. Perdí la certeza, perdí la verguenza, perdí la modestia, debo decirlo: me basto sola. Me ato los cordones con la misma paciencia con que me los desato días después, al sol para secarme las medias y apaciguar el dolor y el olor. La comida nunca sobra, nunca desaparece.
Le escupo a la piedad. Me gusta sacudirme la sensación de que me dan limosna, tirarles las monedas, por favor, no quisiera ser una pérdida para el sistema. Poco entiendo de algo que tenga letras, a menos que esas letras sean “Bananas del Ecuador”, y el cartón no esté muy destruido.
Los que no piensan en mí, hacen bien. No me conocen. Nunca me vieron inspirar a los antirrevolución a hacer la revolución. Nadie detalle mi vida: miren más abajo. Yo soy como mi mamá. Hoy ya está gastado, demasiado se prometió. Me gusta cantar, alto o bajito, cuando salgo a no hacerme notar por las rutas de siempre. Ya es tarde para algunas cosas.

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