Sigo esperando, mis ojos entreabiertos y cansados de esperar se están aburriendo.
Delgados, finos y delicados conocen el ritmo del tiempo etéreo y nauseabundo que nos acoje, ese es su juego. Corren unos y otros los siguen en una vuelta y en otra, el paso por la delgadez del avismo resulta ser el paso a la victoria de la cocción necesaria para un aletargamiento ingenuo, promesa de estupideces mías.
Mis ojos entreabiertos miran este tirano juego que suaviza mi espera errante, mientras el impulso de nervios no es suficiente para terminar con el estacionamiento de las almas.
jueves, diciembre 08, 2005
martes, noviembre 15, 2005
martes, octubre 25, 2005
Plaga de plagas
Es tan irracional en el sufrimiento como en la felicidad, grita como un condenado y no encuentra ningún consuelo. ¡Cuán distintamente se comporta el hombre estoico ante las mismas desgracias, instruido por la experiencia y dominándose así mismo mediante conceptos! Él, que sólo busca habitualmente sinceridad, verdad, emanciparse de los engaños y protegerse de las sorpresas seductoras, ahora, en la desgracia, como aquél en la felicidad, lleva a cabo la obra maestra de la ficción; no presenta un rostro humano que se contrae y se altera, sino, por así decirlo, una máscara con digna simetría en los rasgos, no grita, ni siquiera lo más mínimo altera el tono de voz. Cuando
todo un chaparrón descarga sobre él, se envuelve en su capa y se marcha, a paso lento,
bajo la lluvia.
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